Nohel Mario Meléndez Reyes enterró el ombligo en Ahuachapán y años más tarde se encuentra en Brasil realizando investigaciones. De aquel niño que se crio con sus abuelos porque sus padres emigraron a otro país queda un joven visionario y dispuesto a aportar desde su trinchera a un horizonte común.
Cuando estudió tercer ciclo su sobrepeso fue objetivo de burlas pero todos esos acontecimientos fueron necesarios para hacer de Noel el joven que es ahora.
Nohel cree en las transformaciones y su postura la conoceremos en el artículo del tercer libro El país que viene: Horizonte común
¿Por qué decidiste aplicar como coautor de El país que viene? ¿Cuál es tu opinión sobre los libros que realiza la iniciativa El país que viene?
Cuando se dieron a conocer los autores de la primera edición del libro – de los cuales conozco y admiro a varios –, pude observar en El País que Viene un espacio de convergencia de diversidades con un elemento en común, todavía tener esperanza en El Salvador, justo por eso apliqué, para ayudar a crear mínimos básicos para un Horizonte Común.
¿Sobre qué escribes en el libro “El país que viene: Horizonte común”?
Escribo sobre una temática delicada, por las posturas encontradas para abordarla, en El Salvador que es la violencia. Verán, mi objetivo fue invitar a todos, y especialmente a los jóvenes, a que seamos críticos y no caigamos en la trampa de los populismos punitivos o del miedo, y que demandemos el elemento más importante y carente en nuestra sociedad, justicia.
¿A qué te dedicas actualmente?
Esa pregunta siempre se torna difícil de responder (risas), porque me encuentro realizando varios proyectos. Digamos que mi principal actividad es ser investigador becado por parte de la Fundación del Amparo de la Investigación del Amazonas; además de eso apoyo a distancia los proyectos de incidencia que ejecutamos como Censura Cero – organización de la cual hago parte desde el 2016.
¿Cuáles son tus planes a futuro? ¿A dónde te ves en diez años?
El objetivo a corto plazo es terminar mi investigación actual que la estoy realizando en el marco de mis estudios de maestría. A mediano plazo es regresar a El Salvador y apoyar en proyectos orientados a disminuir la violencia. Ya a largo plazo, para responder a su pregunta, me veo haciendo mi doctorado, tal vez soy un poco “nerd”.
¿Cuáles son los problemas o retos actuales para nuestro país que identificas como los más importantes?
Acá mis dados están un poco cargados, actualmente estudio una maestría sobre seguridad pública, ciudadanía y derechos humanos, debido a lo anterior, uno de los principales retos que identifico es la violencia y criminalidad. Y me parece importante separarlos, hoy por hoy lamentablemente, si “elimináramos” toda la criminalidad, no dejaríamos de ser uno de los países más violentos del mundo.
¿Qué cambiarias sobre nuestro país si estuviera en tus manos?
Primero me gustaría decirles que no creo en los cambios, estos son impuestos por agentes externos y por lo tanto son insostenibles. Ahora bien, soy defensor de las transformaciones, y en ese marco, lo que me gustaría transformar junto con la ciudadanía es la consciencia de todos los deberes y derechos que implica ser ciudadanos dentro de una república.
¿Cómo fue tu infancia? ¿Qué recuerdas de tu niñez?
Hablar sobre mi infancia siempre ha sido difícil, más que todo por dos situaciones. La primera fue que mis padres, como muchos otros salvadoreños, tuvieron que salir del país por un futuro mejor – tiempo que viví con mis abuelos –, y la segunda fue el continuo bullying que recibía en el tercer ciclo debido a mi sobrepeso en ese momento.
¿Qué mensaje le enviarías a la juventud salvadoreña?
En primer lugar, les digo, todas las situaciones a las que te enfrentas en la vida, sin importar sean buenas o malas, son elementos que te condicionan, pero nunca te determinan. En segundo lugar, tenemos que dejar de esperar a activistas ciudadanos para que reclamen por nuestros derechos e iniciar a convertirnos en ciudadanos activos, eso lo necesita El Salvador.