Aida Betancourt Simán. Es una joven salvadoreña que ha obtenido una doble Licenciatura en Derecho Francés y Español y una Maestría en Derecho Comparado Francés y Español. Tiene 25 años. Es consultora en temas de comercio y competitividad regional y actualmente trabaja para el Banco Mundial.
Aída forma parte del proyecto “El País que Viene: Opinan los jóvenes” como una de las autoras que plasmará parte de su vida y logros a nivel profesional. Una joven líder y activista, un ejemplo para los jóvenes salvadoreños.
¿Sobre qué vas a escribir en el libro “El país que viene: opinan los jóvenes”?
Voy a escribir sobre participación política y activismo de los jóvenes, que es un poquito en lo que yo he estado en los últimos… varios años ya (ríe). Hay bastantes experiencias que contar y de las cuales aprender. Hemos ido aprendiendo de nuestros errores y aciertos para seguir mejorando en las distintas causas. Con este proyecto se puede contagiar a más gente y que se den cuenta de que hay jóvenes que están haciendo cosas.
¿Cuál crees que es el problema más urgente que tiene El Salvador?
El tema de la violencia. Creo que eso es lo más grave que nos afecta a todos, pero creo que este problema está derivado de otro que es la falta de oportunidades que hay en nuestro país y los bajos niveles de educación, y creo que ahí es donde debe empezar a trabajarse para, a largo plazo, poder erradicar el problema de inseguridad que nos afecta. Tendría que hacerse una mayor inversión en el tema de educación, no solo en estructura sino también en los docentes, para que se tengan planes innovadores para que, el tiempo que los niños están en las escuelas, se productivo y útil. No solo la educación formal, también la educación informal.
¿A qué deben aspirar las nuevas generaciones salvadoreñas?
A ser apasionados por lo que hacemos y, creo que yo, siempre siguiendo los principios de transparencia y honradez pensando, sobre todo, en el sector público, por ejemplo, o los funcionarios que es lo que a mí me despierta más interés. Creo que las nuevas generaciones están dando un buen ejemplo y tienen un buen impulso, que ojalá no se pierda, de querer hacer las cosas diferentes y querer cambiar, por ejemplo, la forma en la que se hace política. No caer en la cultura de quién es el más vivo, quién va a salir con la marufiada… cosas a conveniencia, sino, realmente a hacer las cosas con pasión, siendo transparentes y honestos.
¿Qué piensas del conformismo en algunos jóvenes?
A veces la gente sueña bien chiquito. No debemos de caer en lo de los demás: “bueno, ni modo, no se puede”, cuando no siguen y se empujan ellos solos, a pesar de que, efectivamente, el ambiente pueda ser difícil y, creo que, eso es un problema no solo a nivel de la juventud, sino para todo el mundo. Creo que es un problema serio. Puede que esto esté cambiando ahorita que vemos a la sociedad civil organizándose y tratando de hacer oír su voz.
¿Cómo los jóvenes se pueden dar cuenta que son entes de cambio?
Yo creo que es importante tener referentes y ver que hay muchísimos casos de gente que, con menos recursos, simplemente supo maximizar las herramientas que tenía y lograr hacer cosas bien grandes y con impacto positivo, usando referentes. Es necesario tropicalizar otros referentes y adaptarlos a nuestra realidad. Eso es lo que nos falta aquí. Muchos jóvenes no tienen un ejemplo, un mentor a quien seguir, creo que eso es importante, encontrar a alguien que pueda darnos sus consejos, alguien que nos de su mentoría. Creo que eso es bien importante para guiarnos.
¿Cuál crees que es el reto de los jóvenes en los próximos años?
Aparte de hacer las cosas bien y de ser transparentes y honrados en todo lo que hagamos, creo que es no caer en la trampa de la polarización.
¿Qué opinas sobre la inseguridad en nuestro país?
Como joven me preocupa muchísimo. Yo sí he sentido cómo antes… bueno, uno sabía que era un país inseguro, un país violento, pero cada vez sentís cómo va tocándote a ti o a gente cercana tuya o amigos. Ahora hay una paranoia horrible: cada vez que camino, cada vez que me subo al carro, en cada esquina. Creo que eso no es vivir, y eso que yo sé que tengo un montón de privilegios y que vivo menos expuesta a los riesgos de los que viven muchísimos salvadoreños, y eso sí me parte el alma, pensar en personas que sus hijos no pueden ir tranquilos a la escuela y saber que van a regresar tranquilos, porque les da pánico de que algo les pueda pasar. Como ciudadana siento que no estoy a salvo y que no hay voluntad de las autoridades para hacer algo para que estas cosas cambien.
¿Qué pueden hacer los jóvenes ante esta situación?
Hay un montón de ejemplos de trabajo social en comunidades, para reconstruir el tejido social, hacer que los niños y los jóvenes tenga iniciativas que los alejen lo más posible de las organizaciones delictivas.
¿Un mensaje que quieras mandarle a la juventud?
Todos tenemos que estar bien conscientes de que todos tenemos el poder de hacer un impacto positivo en nuestro país y de cambiar la sociedad en la que vivimos, con cosas tan chiquitas como no tirar la basura por la ventana, tratar bien a los demás y ser amable con cada una de las personas que nos encontramos.