Moisés Alonso Rivera Rosales tiene 32 años y es uno de los autores del proyecto “El País que Viene: opinan los jóvenes”. Es licenciado en Psicología, consultor sobre políticas públicas de juventudes, con diplomado sobre gestión de voluntariado, salud mental e incidencia política, también, es exbecario del Departamento de Estado de EE.UU, y excoordinador general y fundador de Líderes Solidarios y Voluntarios de El Salvador.
Rivera es un joven ejemplo para todas las juventudes de El Salvador, con un enfoque humano y apegado a un ideal de transformación de la realidad de la región.
“A los jóvenes que son apáticos a la política, y esto se puede reflejar en que no sacan su DUI cuando cumplen 18 años y, cuando lo tienen, no votan. La realidad política los va a afectar y les va a estar afectando por muchos años. Si es un joven que se graduó el año pasado, te apuesto que va a pasar dos o tres años hasta que no se coloque laboralmente, trabajando de lo que sea”, dijo el joven de 32 años, en relación a la apatía de la juventud salvadoreña en la política y problemas sociales.
Agregó que “trabajar de lo que sea implica trabajar de lo que sea, y eso si es riesgoso. Y como se trabaja o se quiere vivir de lo que sea, vemos que los jóvenes, lo más fácil que tienen, es el dinero que puede proporcionar un grupo que esté al margen de la ley. Eso. Sencillo. Hay que romper esa dinámica. El hecho de que la realidad les afecta, porque no encuentran un empleo y un salario digno. Les afecta, porque la calidad de sus maestros desde la primaria hasta que se graduaron, ha sido de mala calidad. Les afecta, porque el sistema educativo del país, no responde al desarrollo del mismo”.
La realidad del país es compleja y, para este joven psicólogo, es necesario el involucramiento de los jóvenes en las políticas públicas y los cambios que necesita la sociedad salvadoreña.
En diez años, Moisés Rivera ve un El Salvador con gobernantes capaces de buscar las soluciones a las necesidades de la población. “Aspiro que, en diez años, la inversión en educación supere el 7% o el 10% del PIB. Aspiro a que la mayoría de la juventud tenga un trabajo y un salario digno. Aspiro a que la migración en el país sea reducida y, en lugar de exportar gente, para que envíen remesas, salvadoreños vengan acá al país y el país tenga las condiciones para que inviertan aquí”, dijo con una sonrisa y en tono esperanzador.