Más jóvenes se empiezan a interesar en participar en la política partidaria y un ejemplo de ello es Abraham Soto que a sus 24 años busca una diputación para las elecciones del 2018 bajo la bandera de ARENA. Él quiere demostrarle a la juventud salvadoreña que desde cualquier trinchera se pueden hacer los cambios sustanciales que necesita el país.
Carismático y jovial, Abraham sueña con un país libre y dice que hará su parte para lograrlo si llegue a la Asamblea Legislativa. Este joven visionario también será coautor del libro “El país que viene: Horizonte común”.
¿Qué le motivó a participar en la tercera edición de “El país que viene”?
La cantidad de jóvenes entusiastas y con gran trayectoria que han estado participando en las ediciones anteriores. Además, ver el impacto que tiene este proyecto y sus libros para la cultura democrática y de construcción de paz de nuestro país, de construcción de puentes de entendimiento en esta nueva generación que estamos como jóvenes entablando con una nueva visión y una nueva cultura para entrar en los distintos sectores que cada uno de los jóvenes estamos participando.
¿Cómo joven de qué forma puedes aportar a esta edición?
A través de mí disposición de poder escuchar al que piensa distinto a mí, ya que hemos experimentado un alto grado de polarización que nos ha llevado al extremismo, a muchas divisiones y muros que nos han imposibilitado construir acuerdos de país. En este libro en mi caso representando al principal partido de oposición de El Salvador, tener la oportunidad de estar con la disposición de escuchar a alguien que tiene una visión distinta a la mía es un ejemplo de lo que puedo aportar en este libro.
Abraham, ¿qué te motivó a participar en política?
La dura situación que vivimos en el país, en la cual a los jóvenes nos sobran más oportunidades de ser víctimas de la delincuencia, que de tener una oportunidad de empleo, una oportunidad de educación, una oportunidad de poder emprender nuestras ideas de negocio y a través de mi involucramiento en la política, puedo ser un ciudadano de cambio de las diferentes problemáticas que vive el país.
¿Por qué elegiste estudiar Ciencia de la Comunicación?
Siempre estuve entusiasmado por los medios de comunicación, allá por el 2010 entré a la Asociación Radio María como voluntario, ahí tuve la oportunidad de apoyar en distintas formas a la radio. Luego en 2011, me dieron la oportunidad de conducir un programa de radio, el cual era el programa institucional de jóvenes de la emisora. En 2013, debido a la labor que venía realizando me dieron a oportunidad de ser miembro asociado, de ser el único socio joven de la radio en El Salvador y de las más de 70 Radio María que existe en el mundo.
En base a tu experiencia en los medios de comunicación ¿cómo ha sido tu aporte a la sociedad?
Como lo escribo en mi artículo, no se puede lograr con ninguna cantidad económica, de ningún partido político y desde ninguna otra esfera más que el espiritual, porque nosotros acampanábamos personas enfermas, personas abandonadas, que vivan excluidas en todo el país. Personas que estaban en estado crítico de salud en los hospitales, nosotros a través de la radio dirigíamos programas de ayuda para estas personas y sobre todo para las familias.
A través de la programación nosotros atendimos casos de muchas familias que estaban a punto de desintegrarse. Recuerdo que una vez tocamos el tema del aborto, el cual me marcó muchísimo tanto como comunicador, como a nivel personal. Resulta que después que terminamos la programación fuera de aire recibimos una llamada de una persona que estaba decidida a abortar, incluso me dio los contactos donde se lo haría, lo que le costaría y todo los detalles, pero al final nos dijo que había escuchado el mensaje, el cual le impactó tanto que decidió no abortar.
¿Cómo considera usted que podría mejorar la situación del país?
Esto puede mejorar: primero en la medida en que nosotros dejemos de señalarnos entre un partido y otro, y entendamos que aquí estamos por un mismo objetivo que es El Salvador. Además recordar que ese El Salvador tiene hospitales sin medicinas, tiene calles en la cuales no se puede caminar tranquilo, tiene escuelas sin pupitres, sin luz y sin internet y creo que todos los partidos políticos tenemos que unirnos en base a estos temas.
¿Cómo ha sido el apoyo de su familia?
He tenido un gran apoyo de mi familia cercana, quienes me animan a diario y me han estado aconsejando, tal es el caso de mi tío el Dr. Porfirio Soto Fiallos, quien no ha comulgado con la visión de mi partido pero es un gran apoyo y guía. Traigo en mi sangre la vocación política, desde mis antepasados en Honduras, quienes han ocupado lugares claves en la historia política y social de este país.
Lo relevante es que tenemos una diversidad ideológica. Un tío abuelo fue Héctor Oquelí Colindres, excomandante del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y Vicepresidente de la Internacional Socialista. Otro tío, Eduardo Colindres Schonenberg, fue diputado y magistrado del TSE en el Gobierno de Duarte. Y también, mi tía Mayu Eugenia de Ávila, quien fue la primera mujer Canciller de El Salvador. A lo mejor no estoy de acuerdo con la visión de algunos familiares, pero respeto mucho sus ideales. Así como convive mi familia con sus diferencias, creo que El Salvador debe hacerlo también.
¿Cuál es su anhelo o sueño Abraham?
Ver próspero a mi país y pode caminar tranquilo por las calles, así como en la época de nuestros abuelos, en las cuales se podía salir a cualquier hora. Se podía ir al cine, al parque camina y no pasaba nada. Anhelo un país de libertades, en la cual se respete el pensamiento y el enfoque que cada uno quiere llevar para su propia vida, donde no discriminemos a nadie por la forma de vida que ha decidido llevar. Un país en el cual los jóvenes, al salir de las universidades, tengamos oportunidades de empleo, un país en el cual este abierto al mundo y que exista un integración entre la región para poder crecer como sociedad unida y fuerte.
¿Cómo fue tu niñez?
Feliz, recuerdo que desde muy pequeño mi madre nos llevaba a las actividades parroquiales. Además fui durante mi adolescencia monaguillo en la parroquia San Antonio de Padua, en la colonia América y todas las mañanas iba primero a misa a las siete de la mañana y luego a un comedor para personas indigentes que fundó mi gran amigo, el Padre Hilario Contrán. Esa fue mi rutina de todos los días, siempre al servicio de las personas más necesitadas y haciendo voluntariado en donde se necesitara ayuda. Además, recuerdo con mucho orgullo el haber estudiado mi educación básica en escuelas públicas. Conozco perfectamente la situación de la educación pública y quiero mejorarla desde la Asamblea Legislativa.
¿Qué cambiaría del país si lo pudiera hacer?
La inseguridad con la que estamos viviendo, porque sin seguridad no hay libertad y sin libertad no hay prosperidad. El don más preciado que tenemos los ciudadanos es ese mismo: libertad de poder caminar tranquilos, de poder desplazarnos, de poder emprender nuestro proyectos sin que no venga ninguna fuerza externa a quitarnos lo que nos corresponde como sociedad independiente.