Carlos Guzmán, un joven que desea erradicar la pobreza

El voluntariado le marcó la vida y la personalidad a Carlos Alberto Guzmán Sánchez, un abogado e investigador académico que anhela –algún día- que la extrema pobreza se erradique del país.

Desde su trinchera busca incidir para que existan cambios reales en la sociedad y en el país. Está seguro que la búsqueda de acuerdos es clave para lograr cambios sustanciales, y que todos podemos ayudar a alcanzar este sueño.

Ha pensado en una propuesta para erradicar la pobreza y sus pensamientos los plasmará en el libro El País que Viene.

¿Qué lo motivó a estudiar leyes?

El sentido de justicia. Desde pequeño me interesé en el derecho y también la política. Mi abuelo trabajó como fiscal en su pueblo y, me acostumbré a estar rodeado de temas jurídicos.

¿Y ahí se apasionó por el tema de la justicia?

Si, surgió mi interés por el mundo de las ciencias jurídicas, y entender que a través de las leyes se pueden cambiar las cosas. Veía leyes injustas que excluían a las personas y, entonces es importante tratar de cambiar eso.

¿Sigue creyendo que hay leyes injustas?

Sigo creyendo que se puede cambiar el mundo, pero no solo a través de las leyes (risas)

¿Entonces cómo?

Es más complicado porque lo que uno necesita es construir alianzas que impulsen los temas importantes. Por ejemplo, si queremos combatir la pobreza no basta con una Ley que prohíba la pobreza en El Salvador; sino que, se requiere construir una alianza con varias personas de diferentes sectores para lograr un acuerdo mínimo para hacerlo.

Entiendo que también le gusta el tema de la investigación

Sí, estudiando derecho descubrí que tenía facilidad con la lógica y exploté mi pasión académica. La investigación es una manera de poner los talentos que tenía al servicio de los demás y, por eso cuando era estudiante mi sueño era trabajar en FUSADES. Una de mis dichas profesionales es que pude trabajar ahí por varios años.

También le apasiona el tema del voluntariado

Sí, el tema de voluntariado me gusta mucho. He apoyado a varias organizaciones, pero Techo me gusta mucho porque tiene una “ingenuidad aventada”, es decir, uno puede cumplir una utopía haciendo algo muy concreto, y eso me encanta. En Techo, el voluntario construye viviendas para las familias menos afortunadas, y esa casa puede ser todo lo que tienen y es lo más valioso.

Hay algo interesante en el ser humano cuando hace algo concreto por los demás: uno se realiza como persona y descubre nuevas facetas de sí mismo. Nunca me imaginé que tuviera habilidades para construir viviendas, aprendí a trabajar en equipo, y, lo más valioso, es que Techo brindó una buena excusa para convivir con las familias que viven en pobreza y con talentosos universitarios.

¿Usted dice que se puede cambiar el mundo con alianzas, piensa que el país va en esa ruta?

Digamos que hay un montón de acuerdos sobre los problemas de país: seguridad, economía y corrupción. Y, creo que a grandes rasgos hay voluntad, pero sin resultados, y por ello debe darse un espacio para la innovación de ideas.

Me llama la atención que hay consenso en los tres temas que te mencioné, pero no en el tema de la pobreza.

¿Su artículo en el libro es sobre pobreza?

Sí, mi artículo es una propuesta para que la pobreza extrema ya no exista en el país.

¿De qué va la propuesta?

Es polémica. La idea es que si la extrema pobreza es la ausencia de recursos económicos para satisfacer necesidades mínimas; entonces, la propuesta es dar los recursos económicos necesarios. En concreto, la propuesta es entregar una cantidad de dinero mensual a las familias más pobres de El Salvador.

¿Y de dónde saldrían los recursos?

Obviamente esas son las preguntas…yo creo que hay distintas maneras de financiarlo. En el artículo doy cifras, pero se pueden obtener recursos al recortar proyectos no exitosos, reducir la corrupción, o implementar nuevos ingresos. Lo más importante es plantearse si vale la pena hacer eso y a mí no me queda duda de ello.

La extrema pobreza en El Salvador se mantiene del 10% en los últimos 30 años. Estas familias salvadoreñas no tienen ingresos constantes, se van a dormir con hambre, no tienen oportunidad de soñar con un buen futuro y, la pobreza es cíclica y se transmite de generación en generación.

Una radical medida libera a estas personas de las ataduras de la pobreza para que exploten su potencial y tengan las mismas oportunidades que los demás hemos tenido.

Pero ya se han hecho intentos con este tema, se viene a la mente el programa de Red Solidaria

Existen programas con buenas intenciones, pero continúa la pobreza extrema.

Esta propuesta está dirigida a las familias que viven en extrema pobreza porque hay que reconocer que vivir en pobreza es bien jodido por muchos motivos, y uno es que no se tiene la capacidad de tomar las mejores decisiones porque se vive en un estrés permanente. Si le brindamos un ingreso mínimo y estable te aseguro que, si una familia tiene hambre y se ha ido a dormir el día anterior sin comer, al recibir un ingreso esa familia va a comprar comida.

¿Cuál es su filosofía de vida?

Al cumplir 30 años reflexioné sobre la vida, lo que uno quiere en la vida, lo que uno se plantea. Caí en cuenta de lo pequeño que somos como país y como persona, pero podemos hacer mucho. Mi filosofía es esforzarse en generar las dinámicas transformadoras para construir un horizonte común en El Salvador.

¿Qué mensaje le envía a la juventud?

Optimismo y servicio. Lo primero es que sí se puede. Ante cualquier problema, dificultad, obstáculo siempre existirá una manera de resolverlo.  Lo segundo es que el mejor camino para la realización personal es explotar nuestros talentos sirviendo a los demás.